Sentada en el borde de la cama, –las sábanas como si hubiera matado un animal pequeño– llamé a mamá a gritos igual que cuando me subía la fiebre y empezaban las alucinaciones. Como todavía hago.
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Dinosaurios rojos
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Sentada en el borde de la cama, –las sábanas como si hubiera matado un animal pequeño– llamé a mamá a gritos igual que cuando me subía la fiebre y empezaban las alucinaciones. Como todavía hago.